lunes, 10 de septiembre de 2012

Necesito un nombre. Algo sencillo, simplemente para poder referirme al personaje, no es preciso nada demasiado elaborado. Es más, dado que su papel es tan simple, utilizar un nombre que requiera mucho esfuerzo sería hasta inclusive excesivo. Por lo que convine en llamarla... Viva.
Y qué hace? que está haciendo en este momento? Está tumbada de espaldas en su cama, luz tenue mortecina de noche desvelada. Encuentra que de madrugada, su habitación le resulta más grande, sobre todo desde ese ángulo (sobre todo cuando su curiosidad, que ella considera lo más enorme que existe, se ve ínfima frente al tamaño que cobran esas paredes y ese techo alejado). Y por qué siente tanta curiosidad? Bueno, es ahora en realidad que se siente tan curiosa. Está intentando descubrir en su mente cómo es que sucede lo de la habitación contigua. Porque no es algo usual, ni tampoco algo que a ella le resulte conocido. Intentaré contextualizar un poco...
Viva tiene muchos peluches. Los conserva desde hace años. Osos, sobre todo osos, de distintos tamaños, formas y colores. Tiene uno marrón clarito bastante regordete, otro de color verde mate del tamaño de una pelota de tenis, otro muy grande del tamaño de una silla y color celeste... son como unos 13, así que no es mi intención pasar a describirlos todos. También tiene algunos muñecos en forma humana. En particular, hay uno que le llamó siempre la atención, porque está en blanco y negro, su cara blanca de porcelana y sus ropas negras le transmiten sensaciones de otras épocas. Y están... despertando, moviendo lentamente sus articulaciones... por el reflejo de su espejo que tiene a la derecha, puede ver cómo levantan los brazitos, mueven despacio sus manos... sin que ningún ser humano esté haciendo de marionetista. Y se pregunta cómo es posible. Repasa todos los conocimientos que tiene hasta el momento, se dice que están hechos de material inerte, piensa que no es posible pero lo está viendo! y se dice que si de locura se tratase, ya debería haberla notado en algún otro momento, por lo que descarta rápidamente aquella opción para pasar a pensar... mientras mueve sus propias manos lentamente... que si dentro suyo y dentro de sus muñecos, electrones y átomos no parecen distinguirse, entonces el grado de extrañeza encerrado en los motivos de sus propios movimientos es el mismo que en el de sus muñecos... pero, se dice, ella tiene Voluntad, escondida, en algún lado, es posible, pero sabe que la tiene. Y en cambio aquellos juguetes, aquellos pequeños seres felpudos suyos... cómo podrían?

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